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domingo, 23 de enero de 2011

Google, adiós a la supervisión adulta


“No se necesita más la supervisión adulta diaria”, escribió Eric Schmidt en su Twitter al ser anunciados los cambios en la cúpula de Google el pasado jueves 20: después de diez años como consejero delegado, asumirá el cargo de director ejecutivo.
Schmidt será reemplazado por el cofundador Larry Page en abril, y estará a cargo de “asuntos externos, asociaciones, clientes y relaciones comerciales más amplias”. Así que bienvenido de nuevo al centro de operaciones Page, creador del célebre algoritmo PageRank, el sistema que determina el ranking de las páginas web que arroja como resultados el buscador.
En parte, la nueva misión de Page es  infundir un renovado aire de juventud y creatividad a la compañía. No se espera que ejerza de adulto mentor pero ciertamente tiene tareas urgentes que exigen atención seria. La primera es que, a pesar del éxito en ventas del software Android para teléfonos móviles, éste tiene problemas de actualización que disuaden tanto a compañías telefónicas como fabricantes de aparatos para ofrecerlo con planes más atractivos al público (mientras el 90% de usuarios/as de iPhone tiene la última versión de sistema operativo, el 58% de quienes usan Android está con la versión 2.2 y los desarrolladores se quejan de la ‘fragmentación’ del programa).
La segunda tarea es mejorar el sistema general del motor. Aunque tiene el 90% del mercado de búsqueda en línea, el spam está proliferando en sus resultados, aprovechándose de los algoritmos mismos de Google. Además, está claro que el futuro de la compañía no puede confiarse únicamente a este negocio. Está el terreno social de la red, en el cual Google no ha conseguido intervenir satisfactoriamente. De hecho ha fracasado con sus dos grandes intentos: Google Wave y Buzz. Y ya Facebook la supera como el sitio web más visitado.
El tercer problema tiene un nivel mayor de complicación porque implica negociaciones con gobiernos y leyes internacionales. Está la investigación en la Unión Europea por monopolio de servicios y autopromoción de productos propios, que puede terminar siendo bastante dañina para la imagen corporativa, como le tocó aprender a Microsoft al ser declarada culpable de violaciones de normas antimonopolio en Estados Unidos y en Europa. Además, continúa rondando el fantasma de la investigación por privacidad debido a la recolección involuntaria de datos personales con el programa Street View.
Una revisión de los últimos años de Google indica que algunos de sus equipos de desarrollo actúan de forma tan independiente que ha faltado una unidad real de creación y lanzamiento de productos, foco y estrategia. Ayer mismo se supo que, después de no poder comprarla, lanzará un clon de la compañía de descuentos Groupon, llamado Google Offers. Sin duda tiene los recursos para ponerla en marcha pero necesitará un enfoque muy preciso para asegurarse de que funcione y compita exitosamente frente a Groupon.
El cofundador de la compañía, Sergey Brin, ha dicho que “existe un potencial enorme de oportunidades” para Google. El asunto es que hoy es una organización tan grande que, aún con sus altos beneficios económicos, da la impresión de perder de vista a menudo algunos detalles de negocio y tendencias del uso de la web, situación que es aprovechada por otras empresas emergentes.
Google está enfrentando las dificultades y penas de crecer. Tiene un portafolio de notables creaciones y adquisiciones pero también quiere conservar su ímpetu arriesgado del comienzo. Larry Page necesitará sumarle intuición, olfato, dirección unificada y algo así como una madurez juvenil a su fórmula Google 2011.
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A propósito, una recomendación: El libro ‘Googled’ (2009), de Ken Auletta, recién publicado en castellano como Googleados-El fin del mundo tal como lo conocíamos, editorial Sol90 Idea, con prólogo del periodista y blogger Ignacio Escolar. Un minucioso trabajo investigativo, 150 entrevistas y respuestas a las preguntas claves acerca de la compañía que se ha propuesto “organizar la información del mundo y hacerla universalmente accesible y útil”, y en este proceso se ha convertido en la quintaesencia del desarrollo digital, en un mito tecnológico que hace recordar la Biblioteca de Babel de Borges, y una fuente continua de especulaciones y exageraciones.

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