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domingo, 20 de junio de 2010

¿Practicas el “Siguiente – Siguiente - Aceptar”?


Miguel Ángel Nicolao - 19/06/2010


El 81% de los usuarios de Internet, que contestan, se manifiestan preocupados por la seguridad de sus datos personales en Internet… y con razón. Si por un día protagonizáramos un capítulo de la serie policíaca Without a trace (Sin Rastro), e intentáramos averiguar información sobre nosotros mismos, sin duda usaríamos Internet como primera fuente de búsqueda. Y con toda seguridad nos quedaríamos perplejos: todo lo que publicamos en Internet sí deja rastro.

Si hacemos este ejercicio, encontraremos normalmente información sobre nuestro perfil profesional (a partir de las búsquedas de empleo), multas que hemos ignorado (y han acabado aflorando en algún remoto Boletín Oficial), asistencia a eventos o clases de formación... pero, sobre todo, hallaremos información personal, la que nosotros mismos hemos volcado en redes sociales, blogs, foros, páginas de fotos o vídeos, y un largo etcétera, referenciada incluso desde otras páginas que desconocemos hasta formar una auténtica telaraña (la verdadera “Web”).

Nos preguntaremos: ¿cómo hemos llegado a esto? Muy fácil: básicamente pulsando “Aceptar” a todo lo que se nos ha puesto por delante. “Siguiente, Siguiente, Pag.abajo, Aceptar” se ha convertido en algo normal a la hora de navegar en Internet. Es cierto que tenemos prisa, es mucho texto, casi ni se entiende y tampoco será para tanto, ¿no? Pero la realidad es que ahora tenemos en nuestras manos la capacidad de lanzar al mundo muchos aspectos personales que antes no salían de nuestro ámbito, y muchos internautas se entusiasman con la experiencia de compartir sin barreras, olvidando considerar detenidamente las recomendaciones de privacidad de la Web en cuestión.

Debemos tener claro dos cosas: primero, que solo algunas páginas garantizan una gestión real de privacidad y seguridad de los datos (¿he dicho algunas?). Lo que significa que toda la información que se entrega en un momento dado, será reproducida y almacenada en múltiples lugares (por nuestra comodidad, para darnos un mejor servicio, para garantizar su disponibilidad… ¡qué suerte tenemos, desde luego nos tratan mejor que en nuestras empresas!); y segundo, que esto es así porque nuestra información interesa, y mucho. Interesa a los “buenos” (un gigantesco pastel de mercadotecnia aguarda) y a los “menos buenos”, que se aprovechan de nuestra buena fe y de las perennes deficiencias en seguridad para llevarse nuestra información, que tan altruistamente les hemos recopilado, con el objetivo de expoliarnos.

¡Córcholis! No cedamos nuestros datos tan a la ligera. Nos conviene controlar y limitar la información que volcamos en Internet, mantener privados nuestros datos más personales, de forma que sólo puedan acceder personas en las que confiemos. Pensemos en red. Preocupémonos de “e n t e n d e r” la información legal que acompaña a los formularios que rellenamos, descartando aquellas páginas que explícitamente indican la posibilidad de trasladar nuestros datos a terceros o publicarlos en otros sitios Web. Y sobre todo, cuando dudemos del uso que una página está haciendo de nuestros datos, utilicemos nuestro derecho de eliminación o rectificación.

Con respecto a los proveedores de software o servicios, es evidente que deben mejorar los niveles de seguridad, como mínimo al mismo ritmo al que evoluciona Internet (¡Seguridad 2.0!). La industria del malware es muy profesional y las propuestas de seguridad estándar, las llamadas “antis”: antivirus, antispyware, antiphising, anti-incautos, no son suficientes, y están sometidas además a las amenazas basadas en técnicas de ingeniería social (claves por defecto, uso de fechas, falsos avisos, etc.).

Aunque no lo crean, la solución es sencilla. El secreto mejor guardado SIGUE siendo el que no se cuenta a nadie. Quizás esta sea la principal barrera.


*Miguel Ángel Nicolao es Gerente de Sistemas de Información de Panel Sistemas.



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