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miércoles, 22 de septiembre de 2010

Twitter y las múltiples formas de hacer fraudes

La suplantación de identidad no es algo nuevo, de hecho, éste es el argumento del libro Príncipe y mendigo, de Charles Dickens, en el que un niño pobre aprovecha su parecido con el heredero de la corona británica para hacerse pasar por él. Esta trama sacada de una novela decimonónica se repite a diario en eltwitter, red en la que muchos individuos crean a diario perfiles falsos o aseguran ser alguien que no son, a veces de forma convincente.

Sobre ello,
Miguel Carbonell, del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) “y un twittero muy activo”, señaló que este fenómeno no es de sorprender, “ya que al carecer de un marco jurídico definido, las redes sociales permiten la participación anónima o que los usuarios proporcionen datos falsos para adoptar una personalidad que no les corresponde. De hecho, en twitter hay alguien que se hace pasar por mí”.

Basta
teclear en el buscador del sitio el nombre de Steve Jobs, el presidente de la compañía Apple, o de Bill Gates, el dueño de Microsoft, para ver la cantidad de gente que los imita, emula y hasta parece tener acceso a su agenda y vida íntima, lo que no implica sanción alguna, ya que se trata de algo permitido siempre y cuando quede claro que se trata de una broma. Se permite la identidad paródica

De hecho, los lineamientos son muy claros al respecto, como se estipula en las políticas de uso que establece twitter: “Sólo se permite la usurpación de identidad paródica y no aquella que intente engañar o confundir a los demás. A quienes hagan esto se les suspenderá sus cuentas de forma permanente.

“Eso es lo que pasa conmigo”, agregó el abogado, mejor conocido en la red como
@miguelcarbonell. “El individuo que se hace pasar por mí hace cosas irónicas a cuenta de lo que escribo. A estas personas las llamamos trolls, es decir, alguien que incita y busca crear controversia, aunque en realidad no es un usurpador de identidad. A quienes sí le pasa eso es a personajes públicos, como artistas o políticos”.

¿Puede hacerse algo al respecto? “En realidad no, esto es algo que no puede evitarse, ya que cuando una de estas cuentas es cancelada, surgen dos… Son como la cabeza de la hidra”, comentó @ccobbs, “burócrata amateur, pero twittero profesional” (como él mismo se describe).

“Lo mejor que puede hacer alguien que se vea en esta situación es
contactar a los administradores del sitio, proporcionar sus credenciales para demostrar su identidad y obtener así un certificado de Cuenta Verificada, que consiste en una palomita justo al lado del nickname del usuario”, abundó.

“Los twitteros sabemos muy bien que ese simbolito, que quiere decir visto bueno,
es la mejor forma de constatar que los personajes que seguimos son reales y no un sujeto que nos está tomando el pelo”, advirtió @ccobbs. Nadie está a salvo de la suplantación de identidad, ni siquiera el llamado padre filosófico del twitter, Jürgen Habermas, quien desde hace tiempo ya escribía sobre la transformación de la esfera pública, a la que describió como “una comunidad virtual que no necesariamente existe en un lugar identificable y donde las ideas son puestas a debate”.

Cuando en enero de este año el usuario @JHabermas comenzó a postear links sobre temas filosóficos y reflexiones diversas, la comunidad académica empezó a debatir sobre si en realidad era el sociólogo alemán quien estaba detrás de la pantalla.

Casi inmediatamente, la cuenta reunió a siete mil seguidores, hasta que el mismo
Habermas disipó las dudas. “No, no soy yo. Se trata de un mal uso de mi nombre. Ni siquiera sé cómo utilizar esa herramienta”. Seguidores fantasma
Rondan los fantasmas, al menos en twitter. Y es que así se le dice a las cuentas creadas en masa que dicen representar a alguien que en realidad no existe, y que no tienen otro propósito más que el de abultar el número de admiradores virtuales que presumen políticos y artistas.

En esta red de microblogging es imposible calificar a los usuarios según la calidad de sus aportes;
el único indicador del interés que despiertan es la cantidad de seguidores que reporta cada cuenta. Y las cifras pueden ser apabullantes, como los más de cinco millones de individuos que siguen al ídolo adolescente Justin Bieber y a Lady Gaga.

No obstante, hacer alarde de estos numerales no es exclusivo de los ricos y famosos, está al alcance de todos, como puede comprobarse en el
sitio de ventas eBay, donde comerciantes como rmmarketing ofrecen cuentas con 500 seguidores y 20 twitts por 299 dólares.

Los seguidores que ofrecemos no son chatarra, sino personas reales”, promete el anuncio, para diferenciarse de otros postores que ofrecen hasta 10 mil por sólo 75 dólares.

Saber si se trata de un usuario fantasma en realidad es sencillo, aunque es difícil detectarlo, porque se pierde en una multitud de nombres”, dijo @ccobbs.

Lo primero es verificar la antigüedad de la cuenta, generalmente éstas son recientes. Segundo, ver el número de seguidores, usualmente no superan la decena, cuando tienen alguno. Tercero, apenas hay posts, o carecen de ellos. Cuarto, no tienen imagen de perfil. “Si observas dos de estas cuatro características, sospecha”.

Como fuente de información
El gran reto de las comunidades virtuales es ganar credibilidad”, señaló Miguel Carbonell. “La cantidad de información que se genera es impresionante, así como la velocidad a la que corre y el número de personas a las que llega. Tan sólo yo tengo casi 17 mil seguidores… Eso es más del doble del tiraje de la mayoría de las revistas más importantes del país”, apuntó.

No obstante,
muchos de los mensajes que se transmiten por esa vía al final resultan ser rumores disfrazados de noticia, y la prensa ha dado muchos pasos en falso por esta circunstancia.

“Sin embargo, pese a las falsedades que se publican en las comunidades virtuales, no debemos desestimar el potencial comunicativo de estas herramientas. Por ejemplo, hace poco hubo un temblor a las dos y media de la mañana, hora en que todos los medios estaban dormidos, y yo escribí sobre eso; en pocos minutos ya éramos cientos de personas con el reporte de lo que había ocurrido. Esta tecnología hace de cada usuario un periodista en potencia”, opinó Miguel Carbonell.

Al respecto, el doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid
concluyó que poner limitaciones y filtros sería un gran error. “Sólo estaría de acuerdo si se tratara de un mal uso que derive en ilícitos de carácter penal; de otra manera, sobrerregular sólo nos conduciría a perder la pluralidad que hemos ganado. Antes, la libertad de expresión era exclusiva de los medios, hoy en día es de los ciudadanos”.


¿Haz experimentado una cuplantación de tu identidad en Twitter? Postea tus comentarios...

Fuente|Gaceta UNAM.

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